Un coro de niños
En Paz y Cooperación tenemos una relación muy entrañable con el Colegio Publico de Educación Especial «Hospital del Niño Jesús», ya que uno de nuestros patronos, Rosa Olazabal es muy amiga de la ex-directora del colegio, Charo Rivilla, y se ha mantenido la amistad con el actual director del colegio, Miguel Pérez.
El día 20 de febrero se celebró el acto conmemorativo del, que coincidía con el centenario del hospital que se fundó en 1877. Se trata pues, de una institución muy prestigiosa y con fama mundial en materia de tratamiento oncológico.
En mi etapa de UNICEF, recuerdo la reuniones que se hacían con el Ministerio de Sanidad y el Hospital del Niño Jesús para tratar a niños de lejanos países con patologías graves y raras, a los que se facilitaba el viaje a Madrid para su tratamiento.
Es famoso también este colegio por haber decorado las dependencias del hospital, incluso los quirófanos, con motivos infantiles para que los pequeños pacientes estén en el reino de los cuentos de hadas. Recientemente se han renovado todos estos preciosos y simbólicos decorados.
Paz y Cooperación está situada en Madrid, en una de las mejores comunicaciones posibles, contando con dos líneas de metro, el intercambiador que va hasta la sierra de Madrid, y nada menos que doce líneas de autobús. Así que, tomamos el 61 que nos condujo a Ester y a mi al retiro, entramos detrás de una multitud de niños e hicimos el recorrido hasta el teatro, donde reinaba una alegre algarabía. Saludamos a una diplomática de Chipre, cuya embajadora, Koula Sophianou, había pedido la ayuda de los niños para conseguir el mejor logotipo para el cincuentenario de las relaciones entre España y Chipre. Y así fue, dos vigorosas manos estrechadas fueron el resultado de la creatividad infantil.
Por su parte, este colegio ha participado en las últimas campañas escolares de Paz y Cooperación y recibido nuestros diplomas, emociona ver a estos niños aquejados por esta tremenda enfermedad, que en esta ocasión contrastaba con los niños sanos y pimpantes del coro del colegio Laude Fontenebro de Moralzarzal, situado en la sierra de Madrid. Con su animador, guitarra enristre, el compositor José María Rosado dirigía el coro compuesto por alumnos de infantil y primaria con un ramillete de profesoras.
Fue todo un recital, un viaje por todo el mundo de los niños, adaptando incluso para colegios el Bella Ciao de los partisanos, el famoso Kalinka del folclore ruso, el Shalom de Israel y un motivo egipcio en el que se veía avanzar briosa y majestuosa por el Nilo a una faluca.
Momento estelar, un numero dedicado a una ardillita, en que una niña subida a una silla tocada con un sombrero bombín, de los que se pone el accidentado Joaquín Sabina, daba votes y saltos, imitaba una caída y causaba el regocijo del publico y un gran entusiasmo entre sanos, enfermos, visitantes, padres, profesores y autoridades.
Recordaba el entusiasmo que tiene en Italia el concurso anual infantil que se realiza en Bolonia bajo el nombre «Lo Zecchino D’oro», donde un coro de niños interpreta un grandísimo repertorio de folclore infantil. José María Rosado podría lanzar en España un concurso parecido.
Después, una profesora actriz, una Gloria Fuertes local, con su mismo brío y recia voz, nos contó dos cuentos; uno dedicado a una ardilla y otro precioso sobre las piedras. Se alinearon debajo del escenario nueve estudiantes, en el medio de los cuales estaba una enfermita con su gota gota. A todos ellos, esta Gloria Fuertes, les entregó una piedra, contándonos la función que puede tener una piedra, por ejemplo David eliminaba a Goliat, otro se enfurecía y la tiraba a sus compañeros, pero lo importante no era la utilidad de la piedra, si no lo que hagas tu con ella. Muchísimos aplausos y nos quedamos todos con la moraleja.
Asistió la plana mayor de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, con su directo al frente, José Ignacio Martín Blasco, y su Subdirector, José Mª. Lozano, a quién tuve ocasión de saludar e informarle sobre nuestras actividades con este benemérito colegio.
El Director Gerente del Hospital, César Gómez Derch, explicó que el colegio es una escuela con todas las de la ley, con sus aulas, sus quince profesores y arropado por el cariño y los cuidados de todo el hospital que estaba muy orgulloso de no solo curar, sino también impartir educación a sus pacientes, es decir, una tarea integral.
La simpatía desbordante de Miguel supo conducir muy bien el acto que en un día de sol maravilloso, a la vera del retiro de Madrid, invitaba a gritar a los cuatro vientos «Que bello es vivir».